Siempre tuve la rara impresión que Abraham Prudencio era uno de los personajes de Juan Rulfo, primo hermano de un tal Pedro Páramo. Y, ahora, al leer su poemario Como el último día, no me cabe duda, pues, su poesía arrastra eternas preguntas: por qué nos angustia ser hombres de paso en este universo; por qué somos, en este instante preciso, en esta tierra, deseo que vive y engendra dolor y pesadilla, Eros y Tánatos en indisoluble matrimonio. Hay una visión circular de la existencia, el Otro, fantasmal, repite el mismo recorrido de la vida, que es el de todos, esperando que llegue Ella, la inefable, la siempre puntual. Como el último día,, también es una apuesta, valiente y libre, por la vida, una voluntad empecinada para forjar nuestro propio destino, tal vez morder la fugaz felicidad llenando con nuestra presencia este mundo vacío y amando a la gente que amamos, escondidos, en un ángulo oscuro de la casa familiar, antes de ser silencio, pasto de olvido. Abraham Prudencio, amigo, no tenemos respuestas a nuestra angustia, los padres se han ido sin despedirse, los soñamos entre tinieblas, ya nadie queda, solo el Universo y tu hermoso libro.
Elqui Burgos
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